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Bellettini: “Los think tanks pueden generar espacios de encuentro entre actores relevantes de la comunidad política”

Entrevistas │ Orazio Bellettini Cedeño, director ejecutivo de la Fundación para el Avance de las Reformas y las Oportunidades (Grupo FARO) describe la iniciativa “Ciudadanizando las Políticas”, llevada adelante en el marco de la campaña presidencial de 2006 en Ecuador.

 

[Nota del editor: El artículo se enmarca en la serie Think tanks y procesos electorales: Lecciones desde América Latina, compilada y editada por Leandro Echt].

 

Leandro Echt: ¿Cuál es el rol que los think tanks pueden cumplir en las campañas electorales?

 

Orazio Bellettini: Por su naturaleza, el papel que les cabe a los think tanks en las campañas es el de enriquecer el debate sobre las diversas propuestas de política pública y el de desafiar los paradigmas de políticas existentes.

 

Un segundo rol que los think tanks pueden cumplir es el de ser generadores de espacios de encuentro entre actores relevantes de la comunidad política. Este rol es especialmente importante en sociedades como las latinoamericanas, donde las campañas electorales suelen evidenciar la existencia de diferencias por sobre los consensos en torno a las políticas estratégicas de los países. A la cultura política latinoamericana le cuesta encontrar espacios para el consenso. Ante esa situación, mediante la iniciativa “Ciudadanizando las políticas”, Grupo FARO buscó generar espacios de encuentro entre tres niveles: la ciudadanía, los partidos políticos y los propios políticos.

 

LE: ¿Cómo diseñaron la iniciativa “Ciudadanizando las políticas”?

 

OB: Uno de los primeros pasos fue conformar un Consejo Asesor, el cual tenía múltiples objetivos: brindar a los donantes el rol de apoyo financiero y técnico, fortalecer el proceso de selección de los temas a trabajar y mantener independencia, y respaldar la calidad de la producción analítica y propositiva de los documentos elaborados en el marco del proyecto. Luego, lanzamos una convocatoria para investigadores que quisieran escribir los documentos propositivos sobre los temas estratégicos para el desarrollo del país. Una vez que se contó con los documentos, se los presentó durante la primera vuelta de las elecciones, y se replicó el evento en cuatro ciudades del país. Finalmente, los documentos fueron nuevamente presentados de cara a la segunda vuelta.

 

LE: Habiendo pasado ocho años de aquella campaña electoral, ¿qué evaluación hacen de la experiencia?

 

OB: Fue una experiencia muy positiva para Grupo FARO. En primer lugar, constatamos que hubo un buen manejo del timing de las propuestas, ya que muchas de ellas fueron luego incorporadas en el plan de gobierno del candidato ganador de las elecciones.

 

Por otro lado, la iniciativa fue un espacio de visibilización muy grande para Grupo FARO y sus investigadores. En 2006, Grupo FARO contaba con dos años de vida: la iniciativa no solo ayudó a posicionar a Grupo FARO como promotor del uso de la evidencia en la generación de políticas públicas sino que también fue una estrategia para presentar el trabajo de la institución al nuevo gobierno. Un indicador de la visibilización es el hecho de que tres de los investigadores que participaron de la experiencia pasaron a trabajar a las filas del Estado, e incluso llegaron a ser ministros.

 

A su vez, como producto de la estrategia de producción de los documentos, Grupo FARO logró identificar investigadores con los cuales seguir trabajando.

 

Por último, la experiencia se convirtió en una ocasión propicia para la conformación de redes de sociedad civil a nivel nacional y supranacional. Por ejemplo, Grupo FARO recibió el apoyo de CIES (Perú) para diseñar la metodología de la iniciativa.

 

LE: ¿Cuáles fueron las principales lecciones que obtuvieron de la experiencia?

 

OB: La principal lección es que para que este tipo de experiencias funcionen, es necesario que exista un mínimo de competencia política, lo cual estuvo ausente en las elecciones sucesivas a las de 2006.

 

El reto a futuro es poner en funcionamiento una iniciativa similar pero a nivel local, donde existen mayores espacios de debate y discusión de políticas.

 

La pluralidad es un elemento crucial para el éxito de estas iniciativas: tanto a nivel de las propuestas como de los aliados, los donantes y los interlocutores políticos.

 

Otra lección refiere a la importancia de descentralizar la discusión e incorporar también las propuestas de los ciudadanos que enriquezcan aquellas que son dadas por los autores de los documentos. Si bien lo intentamos hacer en 2006 a través de la presentación de las propuestas en distintas ciudades, esto debería ser incrementado en una nueva edición.

 

LE: ¿Cómo pueden los think tanks de América Latina seguir trabajando para fortalecer esta “tecnología de incidencia” en campañas electorales?

 

OB: El primer paso es llevar adelante un análisis comparado profundo, involucrando a académicos y practitioners que se dediquen al estudio de las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales que favorezcan este tipo de iniciativas, y logren sistematizar diferencias y similitudes en las experiencias de las diversas organizaciones, así como extraer lecciones que puedan ser útiles a otros think tanks.

 

Además, se podrían conformar alianzas de redes regionales que promuevan iniciativas nacionales que se adapten a las condiciones de cada país.

 

Este tipo de acciones contribuirán a que los think tanks aprendan a capitalizar la gran ventana de oportunidad que presentan las elecciones para visibilizar su trabajo y para fortalecer la discusión de políticas en sus países.  

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